Las autoridades advierten sobre un significativo aumento en el flujo de migrantes chinos que buscan cruzar a Estados Unidos por la frontera de California, llegando a pagar hasta 41,000 dólares a traficantes, según datos revelados por Enrique Lucero Vázquez, director municipal de Atención al Migrante de Tijuana.
En los últimos cuatro meses, se han detectado casi 9,000 migrantes chinos que ingresaron por Baja California hacia California, según información de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP). Este incremento es particularmente notorio durante el actual año fiscal, que comenzó en octubre.
Aunque la migración china hacia Estados Unidos no es nueva en la región, el aumento reciente se atribuye al deterioro de las condiciones económicas y sociales en China. Aunque experimentaron un boom económico en 2010, en los últimos años, ha surgido un éxodo motivado por razones económicas y un sistema considerado represor.
Durante el año fiscal 2023, el Gobierno reportó un aumento de diez veces en el número de migrantes irregulares de China, alcanzando los 14,057, según la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación. La CBP, por su parte, aprehendió más de 24,000 migrantes chinos en la frontera con México durante el mismo período, convirtiéndose en el grupo demográfico de mayor crecimiento detectado en la zona.
Este fenómeno ha generado preocupación y críticas por parte de políticos estadounidenses, como el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, quien acusó al presidente Joe Biden de permitir la entrada masiva de migrantes chinos, calificándolo de «casi traición».
Según las autoridades en la frontera de Baja California, los migrantes chinos llegan a México con una visa de turista o viajan a Ecuador, donde no se les exige visado. Posteriormente, atraviesan la selva de Darién y entran de forma irregular por México hasta llegar a la frontera con Estados Unidos, específicamente por el sector estadounidense de San Diego.
El director municipal destacó que estos migrantes, a diferencia de otros grupos, mantienen una estancia «silenciosa» en Tijuana, evitando los albergues. Llegan acompañados de guías o pagando a traficantes de personas que los conducen a hoteles antes de dirigirse hacia el área de Jacumé, donde se entregan a la Patrulla Fronteriza.